VIA
ANOREXIA. (MALLO COLORAO) – Los Mallos de Riglos-
Había oído que era el paraíso. Que el cielo parecía mucho
más lejos ante la majestuosidad del entorno. Que las cimas parecían
inalcanzables y que el magnetismo era inigualable.
Había oído que la roca te llamaba suave y tentadoramente con
cada racha de viento que te llegaba y
que el corazón se apretaba en sí mismo a medida que te acercabas a ellos porque
eran los MALLOS, Los MALLOS de RIGLOS.
Y ahí estaban.
Y era verdad.
- ¿No has venido nunca a Riglos? – dijo sorprendido uno de
mis maestros de escalda (el moreno).
- No, no me has querido traer hasta ahora!!! – contesté en
tono acusador e inocente con una sonrisa.
- ¿Y qué haremos? - dejó escapar mi otro maestro de escalada
(el rubio) desde los asientos traseros de la furgoneta.
- Ve decidiendo maestro, que ya casi estamos. – contestó el
piloto.
Como Zipi y Zape, hermanos de cordada, se pasaban la pelota
de uno al otro. Yo volví a sumirme en mis pensamientos ante la cada vez más
cercana imagen de las peñas. Mis “maestros escaladores” iban a meterse caña ese
día, querían guerra y posteriormente se vió, la consiguieron (Ver piada: Riglos
dos por uno). Yo me iba a unir a Karles e Isa que de escapada escaladora habían
cruzado unos cuantos kilómetros para hacer de ese día un encuentro y compartir
uno de sus días festivos en la roca de Huesca con nosotros. Nuestros amigos
iban a ir más suaves porque llevaban ya en sus pies de gato un día por detrás
de buena roca y tras esa jornada aún tendrían la suerte de tener uno más por
delante.
La llegada al parking fue seguida del encuentro y un rápido
desayuno en el bar que dio pie a saludos, puestas al día y la decisión de qué
se iba a trepar esa mañana. Vuelta a por la equipación correspondiente y puesta
en marcha. Tras desear suerte a mis maestros, nuestras rutas se separaron y
tras 20 minutos más o menos de aproximación para la llegada a pie de vía por un
camino bastante bien marcado (aunque sin la experiencia de Karles puede que
hubiese sido más largo), toqué por fin esa roca venerada y dije “hola” a la vía
que iba a ser conquistada:
La
Anorexia (Mallo Colorao)
L 1 (V) : Karles fue el jefe de la expedición e inició el primer largo rápidamente. Mientras yo esperaba con ganas a que el grito de “reunión” diese el pistoletazo de salida para Isabel y para mí. Cuando llegó el momento me lancé a la piedra, miré hacia lo alto y me dije “pa’ arriba”. Largo cómodo de V con buenas presas y buenos pies, sin dificultad alguna, aunque en un par de panzas que no desploman puedes moverte un poco a los lados (sin salirte de la vía) si como en mi caso, la largura de pierna no acompaña. Haciendo un paso intermedio se superan sin ninguna dificultad las dos y en nada se llega a la R1.
L2 (V): Con un poco de altura todo parece más espectacular.
Cuando Karles fija la siguiente reunión ponemos los gatos de nuevo en la
vertical. En la misma dinámica que el anterior, encontramos otra panza esta vez
un poco más pronunciada donde hay que subir pies, buscar buenos agarres a la
derecha y tirar sin pensarlo para no quemarte en la indecisión, el trayecto
hasta la siguiente reunión se hace muy divertida. Se asemeja a una escalera muy
disfrutona donde caben pies y manos por doquier.
L3 (III): Largo cortito y de transición que te aproxima a la
siguiente reunión y que te pone en una mejor posición para observar toda la
magia que hay alrededor. Isa se lo pule en dos minutos y en nada llegamos
nosotros para seguir maravillados con el paisaje.
L4 (V): Vuelta a la dinámica de los dos primeros largos
aunque con algo menos de dificultad, la roca algo más suelta sin que esto sea
motivo de preocupación. Se hace rápido y muy cómodo y en nada nos situamos en
la cima para las fotos de rigor.
La bajada la hicimos rapelando por la parte trasera, rapel
de unos 40 metros
y tras coger el sendero acabamos de rodear el mallo para pillar el camino de
bajada.
Nos desviamos un poco para echar un ojo a nuestra pareja de compañeros.
Están más abajo de lo esperado así que nos dirigimos al bar-restaurante para
recuperar fuerzas.
Tras comer de manera sobresaliente nos quedó largo rato para
comentar esa jugada y muchas otras, tanto pasadas como venideras. Nuestros
compañeros se hicieron de rogar y cuando finalmente regresaron ya con la caída
del sol, (por algo se hacen llamar la cordada más lenta de Riglos), les tocó a
ellos disfrutar de la cerveza que pone a todo día de escalada un final feliz.
Isa y Karles cogieron carretera hacia su siguiente objetivo de su escapada
escaladora. Nosotros apuramos en el bar.
-
¿Tú qué tal? -
me preguntó Chabi tras exponer junto a Óscar las aventuras y desventuras
que tuvieron que pasar ese día en la roca todavía con la cerveza en la mano.
-
¿Yo?, con ganas de más mallos. No me ha servido
ni para empezar. - Y era verdad. Como a casi todo escalador que se precie,
Riglos me conquistó- La vía me ha gustado pero me he quedado con ganas de
apretar más y jurar un par de veces por la vertical pero como toma de contacto,
esta bien… ¿Cuándo volvemos?
Ambos dibujaron un par de sonrisas pícaras observándome.
Sabían que había caído en el embrujo mallero, supongo que como en su día lo
hicieran ellos. Estaban haciendo muy bien su trabajo de maestros para llevarme
al lado oscuro de la roca.
-
Pronto -
contestó Chabi
-
Cuanto antes – puntualizó Óscar.
Sabían que me habían hecho feliz.
Genial – acabé yo.
Genialllll a Zape le ha gustado mucho el relato......bienvenida al club
ResponderEliminarla verdad es si que supo a poco. la verdad es que menda no se creia lo de la "cordada mas lenta de riglos" i me suponia a zipi-zape tomando birras desde hacia horas en el bar: CRASO ERROR. no volvera a pasar: a la próxima vendran a buscarnos preocupados i nosotros hartandonos de trepar. PALABRA
ResponderEliminarA ver......Karles.....es que Zipi anduvo empeñado en nadar en barro vertical un par de horas y eso nos retraso un poco. En caso contrario habríamos ganado cuando menos ummmmmm.......media hora......
ResponderEliminarCuando menos!!!... Ahí es nada...
ResponderEliminarCuando nos visteis, ya llevabamos la segunda via. Nos habiamos bajado a tomar unas cañas y luego empezamos la Currucuclillo. A mi aun me dio tiempo de ir a Ayerbe a comprar unas tortas y a Oscar a hacer una visita detras de un matorral. Que lo sepas.
ResponderEliminara partir de ahora, en vez de maestro os llamaré loboferossssh
ResponderEliminarQue no pasa nada!!! Que os queremos igual!!!!
ResponderEliminarAhi queda eso......si es que somos así de chulos......
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